La noche del viernes pasado fue fría y estrellada.
Un cielo limpio y con estrellas esperaba a que Pedro Cuevas y Sol Storni
llegaran a La Trastienda, y mientras tanto, todos nuestros amigos comenzaron a
poblar el espacio, expectantes.
La Trastienda estaba blanca, radiante y casi vacía,
pero no. Vestía telas blancas que delimitaban el espacio, cuyo centro era una
pequeña tarima blanca de madera con ruedas y un artefacto indescriptible, cruza
de rusticidad y tecnología de alto impacto.
Alto fue el impacto cuando la camioneta negra que
transportaba a Sol y Pedro se plantó frente a La Trastienda. Silencio en el
exterior y la flauta traversa encantadora de Adriana Fink en el interior.
Expectativa y sorpresa. Y dos seres con talco, totalmente vestidas de blanco,
dieron por comenzada la performance al descender del auto…
Esta seguidilla de fotos sólo intenta dar
referencias de una experiencia para vivir en vivo. Las sensaciones, preguntas,
respuestas y conclusiones pertenecen sólo a las personas que presenciaron esta
atrapante presentación de dos artistas reflexivos que buscaron elevarse
creativamente en comunión con un público receptivo y contendor. Por poco menos
de una hora, el cielo dejó de brillar y la noche se olvidó del frío…
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