La frase "las vueltas de la vida" no es una muletilla que se pasa eterea de boca en boca sin consistencia. La frase existe por algo, y la artista Silvia Dotta puede cebarnos un mate y contarnos de donde viene...
La historia comienza hace mucho tiempo en Italia, con su bisabuelo, Angelo Dotta, letrista ilustrado. Este dato cobrará relevancia muchos años después, mucho después que el padre y madre de Silvia, boloñeses, zarparan del viejo continente destino a Buenos Aires, donde continuar su vida en familia. Acá aparece Silvia, hija de inmigrantes italianos y estudiante de un colegio inglés, con alma de dibujante, sin un claro panorama de su propia esencia. La buscó en teatro dedicando largo tiempo a probarse papeles para encontrar el suyo. La vida en las tablas la unió a su marido con el cual tuvo hijos y una hermosa casa en las afueras de la gran ciudad. Todo cierra, o casi.
Si bien su plano personal siempre estuvo bien plantado y realizado, su plano profesional sentía que sus zapatos de actriz no le calzaban a la perfección. Y el filete siempre le gustó. Siempre. Sus vueltas, sus colores, sus mensajes plasmados a través de simbolos claros y alegremente redundantes. Que la bandera simboliza la patria, el orgullo. Que el dragón la fuerza y las flores la belleza. Sus frases, tan porteñas como pícaras. Su generosa forma de contagiar alegría... cuanto más queremos pedirle al fileteado.
Podemos pedirle que valga sus vueltas y aparezca en la vida de Silvia por arte de magia. Y así apareció en forma de portallaves fileteado por Susana de León, una vecina de su barrio recién estrenado cuando se mudó con su familia. De casualidad se conocieron, tuvieron una conexión y se convirtieron en amigas. En la primera cena en la que Susana y su marido fueron invitados a lo de Silvia, Susana descubrió que la dueña de casa tenía un portallaves creado por ella. Ahí, y sin más, Silvia decidió atender a su llamado, revivir su pasado dibujante y estudiar fileteado con ella como hobbie. Primera vuelta de la vida.
La segunda llegó en forma de cuadro fileteado, creado por el gran León Untroib (
http://www.leonuntroibfileteador.blogspot.com/ ) El dueño de la obra le encargo a Silvia que lo modificara. Ella se reusó, era imposible tocar la obra de tan gran artista, pero el destino volvió a jugar sus cartas y terminó restaurando e interviniendo una obra con sumo respeto. Esta fue la lamparita de la idea... se puede vivir de esto
Y para darle punto final, recordó que su abuelo era letrista. De alguna forma el fileteado estaba en su ADN. Y ahora esta en mates, yerberas, sillas, mesas, banquitos, lamparas, hormas de zapatos, muebles, y en muchos más objetos que fueron recuperados de la calle por sus amigos cartoneros. No hay día que no pasen por su casa, golpeen su puerta y le ofrezcan tesoros frescos para intervenir.
Pero no es solo intervenir una pieza. Es mirarla, conocerla, escuchar sus secretos e ir desterrando su historia con lija, para luego escribir su superficie nueva, a fuerza de pinturas y procesos del fileteado que tan bien aprendió con su maestra Susana.
Ahora Silvia, ya con más de tres años de oficio, presenta el viernes 11 de noviembre a las 20hs su primera muestra en La Trastienda, a la que llamó muy atinadamente "El Filete y las Vueltas de la Vida". En las muy blancas paredes de este espacio podremos admirar cada universo de color y alegría que representa cada objeto intervenido por Silvia.
Su obra que demanda mucho tiempo en ser, se caracteriza por la combinación de colores muy peculiar que emplea la artista. Esta amante de las antiguedades cuenta que se inspira en combinaciones que ve en la calle, en la vida, y luego plasma en objetos que compra a sus amigos cartoneros. Es por eso que podremos reconocer a sus fileteados porque van más allá del clásico verde inglés, negro y azul francia que impone este oficio, tan viejo como la llegada de los inmigrantes a Buenos Aires
.
Los invitamos a que participen de este gran momento, donde podremos ver una vez más como la vida da vueltas para sumar. Sus colores, dibujos, frases e innegable alegría los espera para estimular el alma.
La historia comienza hace mucho tiempo en Italia, con su bisabuelo, Angelo Dotta, letrista ilustrado. Este dato cobrará relevancia muchos años después, mucho después que el padre y madre de Silvia, boloñeses, zarparan del viejo continente destino a Buenos Aires, donde continuar su vida en familia. Acá aparece Silvia, hija de inmigrantes italianos y estudiante de un colegio inglés, con alma de dibujante, sin un claro panorama de su propia esencia. La buscó en teatro dedicando largo tiempo a probarse papeles para encontrar el suyo. La vida en las tablas la unió a su marido con el cual tuvo hijos y una hermosa casa en las afueras de la gran ciudad. Todo cierra, o casi. 
Si bien su plano personal siempre estuvo bien plantado y realizado, su plano profesional sentía que sus zapatos de actriz no le calzaban a la perfección. Y el filete siempre le gustó. Siempre. Sus vueltas, sus colores, sus mensajes plasmados a través de simbolos claros y alegremente redundantes. Que la bandera simboliza la patria, el orgullo. Que el dragón la fuerza y las flores la belleza. Sus frases, tan porteñas como pícaras. Su generosa forma de contagiar alegría... cuanto más queremos pedirle al fileteado.
Podemos pedirle que valga sus vueltas y aparezca en la vida de Silvia por arte de magia. Y así apareció en forma de portallaves fileteado por Susana de León, una vecina de su barrio recién estrenado cuando se mudó con su familia. De casualidad se conocieron, tuvieron una conexión y se convirtieron en amigas. En la primera cena en la que Susana y su marido fueron invitados a lo de Silvia, Susana descubrió que la dueña de casa tenía un portallaves creado por ella. Ahí, y sin más, Silvia decidió atender a su llamado, revivir su pasado dibujante y estudiar fileteado con ella como hobbie. Primera vuelta de la vida.
La segunda llegó en forma de cuadro fileteado, creado por el gran León Untroib (http://www.leonuntroibfileteador.blogspot.com/ ) El dueño de la obra le encargo a Silvia que lo modificara. Ella se reusó, era imposible tocar la obra de tan gran artista, pero el destino volvió a jugar sus cartas y terminó restaurando e interviniendo una obra con sumo respeto. Esta fue la lamparita de la idea... se puede vivir de esto
Y para darle punto final, recordó que su abuelo era letrista. De alguna forma el fileteado estaba en su ADN. Y ahora esta en mates, yerberas, sillas, mesas, banquitos, lamparas, hormas de zapatos, muebles, y en muchos más objetos que fueron recuperados de la calle por sus amigos cartoneros. No hay día que no pasen por su casa, golpeen su puerta y le ofrezcan tesoros frescos para intervenir.
Pero no es solo intervenir una pieza. Es mirarla, conocerla, escuchar sus secretos e ir desterrando su historia con lija, para luego escribir su superficie nueva, a fuerza de pinturas y procesos del fileteado que tan bien aprendió con su maestra Susana.
Ahora Silvia, ya con más de tres años de oficio, presenta el viernes 11 de noviembre a las 20hs su primera muestra en La Trastienda, a la que llamó muy atinadamente "El Filete y las Vueltas de la Vida". En las muy blancas paredes de este espacio podremos admirar cada universo de color y alegría que representa cada objeto intervenido por Silvia.
Su obra que demanda mucho tiempo en ser, se caracteriza por la combinación de colores muy peculiar que emplea la artista. Esta amante de las antiguedades cuenta que se inspira en combinaciones que ve en la calle, en la vida, y luego plasma en objetos que compra a sus amigos cartoneros. Es por eso que podremos reconocer a sus fileteados porque van más allá del clásico verde inglés, negro y azul francia que impone este oficio, tan viejo como la llegada de los inmigrantes a Buenos Aires.
Los invitamos a que participen de este gran momento, donde podremos ver una vez más como la vida da vueltas para sumar. Sus colores, dibujos, frases e innegable alegría los espera para estimular el alma.
Qué hermoso trabajo... Felicidades... Cuanto tiempo llevas que empezaste a dedicarte a ello?
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